Fallout. Grand Theft Auto. Final Fantasy. Todos estos videojuegos tienen algo en común: han vendido millones de copias en todo el mundo. Cada nueva entrega es un acontecimiento mundial y mareas de jugadores esperan con ansia para calmar su hype.

Alejados de esta vorágine de locura, en la que grandes compañías sacan juegos como si de super estrellas se tratase, hay otro mundo. En últimos años el sector ha experimentado una expansión de los videojuegos alternativos, también llamados ‘indie’. No producen para grandes públicos, quizás sus gráficos no sean los mejores ni sus horas de jugabilidad las más extensas. Entonces, ¿cuál es el motivo de su éxito? Un público concreto, juegos que desafíen al jugador, que lo impliquen emocionalmente, historias cuidadas y alejadas de lo habitual… Es decir, un videojuego ‘indie’ no es “más de lo mismo”.

En España hay unos 330 estudios desarrolladores de videojuegos que dan empleo a más de 4.300 personas. El motivo de esta expansión tienen que ver con el auge de las App Store y la facilidad para crear, publicar y distribuir el juego, sin necesidad de implicar a grandes empresas. La mayoría de la gente que se dedica al sector son gente joven, que ha crecido jugando y que siempre ha soñado con dedicarse profesionalmente a los videojuegos. Aportan ese toque fresco a una industria saturada de grandes títulos que ofrecen pocas novedades y se arriesgan poco.

Pero también hay sombras. No se puede esperar que un jugador desembolse dinero por un videojuego desconocido. Que tu trabajo sea tu hobbie está muy bien, pero muchos de estos desarrolladores han tenido que trabajar gratis muchos meses antes de poder vivir de ello. Además, alcanzar el éxito es muy complicado. Nadie sabe cuál es el secreto para triunfar y es casi improbable repetir el éxito de títulos como Angry Bird o Minecraft.

El tiempo dirá si el “boom” de los videojuegos ‘indie’ es solo pasajero o su éxito no ha hecho más que empezar.